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Signatura: L21515
Fecha: 1931-08-25
Tipo de documento: Prensa
Idioma: Castellano
Fuente: Ion Urrestarazu Parada
Descripción: Resurgimiento republicano en Guipúzcoa. Con enorme entusiasmo se inauguró el Centro de Alza / La Voz de Guipúzcoa, p. 16
Observaciones: "Resurgimiento republicano en Guipúzcoa Con enorme entusiasmo se inauguró el Centro de Alza [Argazkia: ALZA. — Las banderas de los Centros republicanos de Astigarraga, Pasajes y Alza, en el domicilio social. (Foto E. Figurski.)] El domingo, a las diez y media de la mañana, en medio de gran entusiasmo, dieron comienzo en Alza (Pasajes) los actos organizados para celebrar la inauguración del Centro Republicano. A dicha hora se organizó la comitiva para trasladarse desde el nuevo domicilio social hasta el lugar en que había de celebrase el mitin. La comitiva estaba integrada por los socios y sus directivos, los oradores y representaciones de los pueblos de la provincia. Llevaban banderas, de las que era portadoras lindas abanderadas tocadas con gorro frigio, las representaciones de Rentería, Alza, Astigarraga y Pasajes Ancho. Comenzó el mitin con unas palabras previas del presidente, señor Hernández, haciendo uso de la palabra a continuación don José María Amilibia, que empezó su discurso saludando personalmente y en nombre del gobernador, cuya representación ostentaba a los asistentes. A continuación, se refirió al actual momento político, que calificó de gravísimo, y anunció que iba a decir algo que había quedado sin decir en las recientes fiestas conmemorativas del Pacto de San Sebastián. Dijo que había pasado el momento de la estridencia, pues ahora las organizaciones republicanas son gubernamentales y su deber es el de gobernar España sujetando al que se extralimite. Reconoció que el Gobierno provisional puede haber cometido errores, inevitables en todo cambio de régimen, y errores que nacen, principalmente, del hecho de que la República no viniera por un movimiento revolucionario. Señaló como defectos esenciales del Gobierno los de su improvisación, su falta de principio revolucionario y su falta de principio de autoridad. Después del 15 de diciembre se esperaba otro movimiento revolucionario, y los hombres que habían fraguado aquel primer chispazo tenían un proyecto para el futuro distinto al que desarrolla el actual Gobierno. Con la República debió venir una dictadura severísima, que se dirigiera a los elementos de derecha, al clericalismo, al capitalismo y a la alta burguesía, para decirles: "¡Paso al Gobierno de la República!" No debieron consentirse las extralimitaciones del cardenal Segura y del obispo Mateo Múgica, para que no viniera lo que ahora quieren fraguar aquí; pero no vendrá, pues no lo toleraremos ni el Gobierno ni nosotros. Combate también las impaciencias de algunos izquierdistas, cuyas aspiraciones pueden ser justas, pero han de estar aquietadas mientras no se consolide la República. A continuación se refiere al comunismo, del que dice que es una realidad que ha de plasmar en el mundo porque supone un orden social más justo que el régimen capitalista; pero no estamos preparados para ello. A este respecto, hizo una alusión y un cumplido elogio del Partido socialista, que sabe sacrificar de momento muchas de sus aspiraciones en beneficio de la consolidación de la República. Se ocupa del Pacto de San Sebastián y dice que significa algo más de lo que se ha dicho, pues no sólo fué una unión para traer la República, sino para consolidarle, y debe subsistir hasta que se haya aprobado la Constitución, pues no hay que olvidar que del otro lado, bajo el aglutinante del clericalismo, se unen los tradicionalistas los nacionalistas y los monárquicos upetistas . Tiene frases de dureza para este conglomerado de derechas, y dice que si pretenden salir a la calle serán abatidas por las fuerzas republicanas. Aclara que estas palabras, que ya dijo en Villabona, no son una amenaza, como ha querido ver el señor Picavea, sino una réplica a sus provocaciones. A continuación, el compañero Alonso se dirige a los trabajadores, a los que dice que hay que apoyar a la República y hay que exigirla lo que a ellos se les exigió para traerla. Recuerda a los obreros los días difíciles porque han atravesado y que los reaccionarios quieren que vuelvan, para someterlos de nuevo a la esclavitud: por eso insiste en que los trabajadores deben apoyar a la República, para llegar un día adonde deben llegar. Se refiere luego a las labores del clero que pretenden dividir a las clases obreras y para ello han creado la Solidaridad de Obreros Vascos. Dice que en Andoain han contratado a un abogado, al que pagan mil pesetas al año, para que realice propaganda social, y que estas pesetas salen de los jesuítas de Loyola. Termina diciendo que si la República no concede lo preciso al obrero, tendrán los obreros que ir contra ella; pero esto no ocurrirá, porque la República cumplirá sus compromisos. A continuación, habló en vasco el señor Adarraga, que después de elogiar la forma en que ha venido esta República, que ha asombrado al mundo, dice que es preciso encauzarla y afianzarla, no con gritos sino con hechos, siendo los campesinos los más obligados a ello, pues después de muchos años de abandono por parte de la Monarquía, la República ha comenzado a protegerlos desde el primer momento. Combate las maniobras de las derechas, que ponen la religión como pantalla para sus fines personales, y de los jelkides, que proclaman la fraternidad para los vascos y al desear la guerra civil contradicen a Dios, que estableció esta fraternidad para todos los hombres. Censura a los sacerdotes que se mezclan en política, y termina entonando un canto a la Historia vasca. El señor Galarraga habló a continuación y, después de unas disquisiciones filosóficas, dijo que la fuerza más considerable de esta República es el entusiasmo que por ella sienten los republicanos. Dijo que estos momentos son de sacrificio y que por todas partes se oyen lamentos de la República, pero que es preciso templarse en el dolor de Cristo y en la abnegación. Dice que Vasconia está dando un espectáculo lamentable ante el mundo, debido a los malos vascos que dicen amar a Vasconia, pero que no la aman como nosotros, que no queremos que se separe del resto de España. Combate a los sacerdotes que invitan a la lucha en lugar de invitar al amor y a la concordia, traicionando el lema de Jesucristo que viene obligados a predicar. Se refiere a la libertad de conciencia y a la cuestión cultural, que dice que es el problema básico español, y aboga por que las escuelas dejen de ser para el niño el lugar del hogar poco grato que hasta ahora fué. Termina diciendo que para que la República se consolida es preciso: justicia, amor y sabiduría. En último lugar y accediendo a los requerimientos del auditorio, hizo uso de la palabra nuestro querido compañero Fermín Vega de Seoane, que empezó diciendo que los republicanos de Alza debían ver en la inauguración del Centro una efeméride grata, pero no un triunfo, pues no hay triunfo sin lucha, y hoy, precisamente, es cuando comienza la lucha para ellos para la conquista de la democracia. Niega que la República sea un frágil continente, pues tiene la suficiente consistencia y no toleraremos que venga ninguno de fuera del campo republicano a romperla, pero es preciso tener cuidado para que no seamos nosotros mismos los que la quebremos al llenarla de contenido. Dice que los hombres, después de dominar los impulsos materiales que les hacen sentirse tiranos, vienen por la cultura a ser liberales y por la libertad a ser demócratas, y por eso entiende que aquellos que se dicen izquierdistas no lo son, en efecto, si no han vencido antes al tirano que llevan dentro haciéndose cultos para hacerse, después, demócratas. Se refiere al comunismo y dice que no le asusta, pues en un lejano porvenir es posible que llegue a dominar la Humanidad, cuando la Humanidad se haya hecho acreedora a ello, pues no basta con decir que se es comunista para serlo, es preciso merecerlo. Dice que es preciso apoyar al Gobierno provisional de la República colaborando en su obra, pues el Gobierno, sin el pueblo no tiene a su disposición más que la "Gaceta", y desde la "Gaceta" no se puede hacer revolución. El Gobierno, más que prometer al pueblo una España democrática, invita al pueblo a que la haga, y para ello señala su línea recta, su camino de educación y de cultura; si el pueblo, desviándose de dicha recta a la izquierda o a la derecha, desprecia al maestro y al libro para buscar al caudillo y a las armas de violencia, la responsabilidad del fracaso, si es que se produjera, no será del Gobierno, sino del pueblo. Puso fin al acto el notable "bersolari" señor Lopetegui con su amenidad característica. EL BANQUETE A la una y media de la tarde, en los nuevos locales del Centro Republicano, fué servido un espléndido banquete, al que asistieron más de cien comensales. Ocupaban la presidencia los señores Amilibia, Hernández, Vega de Seoane, Galarraga, Adarraga, Lopetegui, representantes de Rentería y Astigarraga y don Tomás Carasa. En el acto reinó gran animación, y al final de la comida hubo brindis en broma y en serio, se recitaron poesías y se cantaron el "Himno de Riego" y "La Marsellesa"."
Grupos: Crónicas de La Voz de Guipúzcoa del año 1931
 
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Signatura: L21515
Fecha: 1931-08-25
Tipo de documento: Prensa
Idioma: Castellano
Fuente: Ion Urrestarazu Parada
Descripción: Resurgimiento republicano en Guipúzcoa. Con enorme entusiasmo se inauguró el Centro de Alza / La Voz de Guipúzcoa, p. 16
Observaciones: "Resurgimiento republicano en Guipúzcoa Con enorme entusiasmo se inauguró el Centro de Alza [Argazkia: ALZA. — Las banderas de los Centros republicanos de Astigarraga, Pasajes y Alza, en el domicilio social. (Foto E. Figurski.)] El domingo, a las diez y media de la mañana, en medio de gran entusiasmo, dieron comienzo en Alza (Pasajes) los actos organizados para celebrar la inauguración del Centro Republicano. A dicha hora se organizó la comitiva para trasladarse desde el nuevo domicilio social hasta el lugar en que había de celebrase el mitin. La comitiva estaba integrada por los socios y sus directivos, los oradores y representaciones de los pueblos de la provincia. Llevaban banderas, de las que era portadoras lindas abanderadas tocadas con gorro frigio, las representaciones de Rentería, Alza, Astigarraga y Pasajes Ancho. Comenzó el mitin con unas palabras previas del presidente, señor Hernández, haciendo uso de la palabra a continuación don José María Amilibia, que empezó su discurso saludando personalmente y en nombre del gobernador, cuya representación ostentaba a los asistentes. A continuación, se refirió al actual momento político, que calificó de gravísimo, y anunció que iba a decir algo que había quedado sin decir en las recientes fiestas conmemorativas del Pacto de San Sebastián. Dijo que había pasado el momento de la estridencia, pues ahora las organizaciones republicanas son gubernamentales y su deber es el de gobernar España sujetando al que se extralimite. Reconoció que el Gobierno provisional puede haber cometido errores, inevitables en todo cambio de régimen, y errores que nacen, principalmente, del hecho de que la República no viniera por un movimiento revolucionario. Señaló como defectos esenciales del Gobierno los de su improvisación, su falta de principio revolucionario y su falta de principio de autoridad. Después del 15 de diciembre se esperaba otro movimiento revolucionario, y los hombres que habían fraguado aquel primer chispazo tenían un proyecto para el futuro distinto al que desarrolla el actual Gobierno. Con la República debió venir una dictadura severísima, que se dirigiera a los elementos de derecha, al clericalismo, al capitalismo y a la alta burguesía, para decirles: "¡Paso al Gobierno de la República!" No debieron consentirse las extralimitaciones del cardenal Segura y del obispo Mateo Múgica, para que no viniera lo que ahora quieren fraguar aquí; pero no vendrá, pues no lo toleraremos ni el Gobierno ni nosotros. Combate también las impaciencias de algunos izquierdistas, cuyas aspiraciones pueden ser justas, pero han de estar aquietadas mientras no se consolide la República. A continuación se refiere al comunismo, del que dice que es una realidad que ha de plasmar en el mundo porque supone un orden social más justo que el régimen capitalista; pero no estamos preparados para ello. A este respecto, hizo una alusión y un cumplido elogio del Partido socialista, que sabe sacrificar de momento muchas de sus aspiraciones en beneficio de la consolidación de la República. Se ocupa del Pacto de San Sebastián y dice que significa algo más de lo que se ha dicho, pues no sólo fué una unión para traer la República, sino para consolidarle, y debe subsistir hasta que se haya aprobado la Constitución, pues no hay que olvidar que del otro lado, bajo el aglutinante del clericalismo, se unen los tradicionalistas los nacionalistas y los monárquicos upetistas . Tiene frases de dureza para este conglomerado de derechas, y dice que si pretenden salir a la calle serán abatidas por las fuerzas republicanas. Aclara que estas palabras, que ya dijo en Villabona, no son una amenaza, como ha querido ver el señor Picavea, sino una réplica a sus provocaciones. A continuación, el compañero Alonso se dirige a los trabajadores, a los que dice que hay que apoyar a la República y hay que exigirla lo que a ellos se les exigió para traerla. Recuerda a los obreros los días difíciles porque han atravesado y que los reaccionarios quieren que vuelvan, para someterlos de nuevo a la esclavitud: por eso insiste en que los trabajadores deben apoyar a la República, para llegar un día adonde deben llegar. Se refiere luego a las labores del clero que pretenden dividir a las clases obreras y para ello han creado la Solidaridad de Obreros Vascos. Dice que en Andoain han contratado a un abogado, al que pagan mil pesetas al año, para que realice propaganda social, y que estas pesetas salen de los jesuítas de Loyola. Termina diciendo que si la República no concede lo preciso al obrero, tendrán los obreros que ir contra ella; pero esto no ocurrirá, porque la República cumplirá sus compromisos. A continuación, habló en vasco el señor Adarraga, que después de elogiar la forma en que ha venido esta República, que ha asombrado al mundo, dice que es preciso encauzarla y afianzarla, no con gritos sino con hechos, siendo los campesinos los más obligados a ello, pues después de muchos años de abandono por parte de la Monarquía, la República ha comenzado a protegerlos desde el primer momento. Combate las maniobras de las derechas, que ponen la religión como pantalla para sus fines personales, y de los jelkides, que proclaman la fraternidad para los vascos y al desear la guerra civil contradicen a Dios, que estableció esta fraternidad para todos los hombres. Censura a los sacerdotes que se mezclan en política, y termina entonando un canto a la Historia vasca. El señor Galarraga habló a continuación y, después de unas disquisiciones filosóficas, dijo que la fuerza más considerable de esta República es el entusiasmo que por ella sienten los republicanos. Dijo que estos momentos son de sacrificio y que por todas partes se oyen lamentos de la República, pero que es preciso templarse en el dolor de Cristo y en la abnegación. Dice que Vasconia está dando un espectáculo lamentable ante el mundo, debido a los malos vascos que dicen amar a Vasconia, pero que no la aman como nosotros, que no queremos que se separe del resto de España. Combate a los sacerdotes que invitan a la lucha en lugar de invitar al amor y a la concordia, traicionando el lema de Jesucristo que viene obligados a predicar. Se refiere a la libertad de conciencia y a la cuestión cultural, que dice que es el problema básico español, y aboga por que las escuelas dejen de ser para el niño el lugar del hogar poco grato que hasta ahora fué. Termina diciendo que para que la República se consolida es preciso: justicia, amor y sabiduría. En último lugar y accediendo a los requerimientos del auditorio, hizo uso de la palabra nuestro querido compañero Fermín Vega de Seoane, que empezó diciendo que los republicanos de Alza debían ver en la inauguración del Centro una efeméride grata, pero no un triunfo, pues no hay triunfo sin lucha, y hoy, precisamente, es cuando comienza la lucha para ellos para la conquista de la democracia. Niega que la República sea un frágil continente, pues tiene la suficiente consistencia y no toleraremos que venga ninguno de fuera del campo republicano a romperla, pero es preciso tener cuidado para que no seamos nosotros mismos los que la quebremos al llenarla de contenido. Dice que los hombres, después de dominar los impulsos materiales que les hacen sentirse tiranos, vienen por la cultura a ser liberales y por la libertad a ser demócratas, y por eso entiende que aquellos que se dicen izquierdistas no lo son, en efecto, si no han vencido antes al tirano que llevan dentro haciéndose cultos para hacerse, después, demócratas. Se refiere al comunismo y dice que no le asusta, pues en un lejano porvenir es posible que llegue a dominar la Humanidad, cuando la Humanidad se haya hecho acreedora a ello, pues no basta con decir que se es comunista para serlo, es preciso merecerlo. Dice que es preciso apoyar al Gobierno provisional de la República colaborando en su obra, pues el Gobierno, sin el pueblo no tiene a su disposición más que la "Gaceta", y desde la "Gaceta" no se puede hacer revolución. El Gobierno, más que prometer al pueblo una España democrática, invita al pueblo a que la haga, y para ello señala su línea recta, su camino de educación y de cultura; si el pueblo, desviándose de dicha recta a la izquierda o a la derecha, desprecia al maestro y al libro para buscar al caudillo y a las armas de violencia, la responsabilidad del fracaso, si es que se produjera, no será del Gobierno, sino del pueblo. Puso fin al acto el notable "bersolari" señor Lopetegui con su amenidad característica. EL BANQUETE A la una y media de la tarde, en los nuevos locales del Centro Republicano, fué servido un espléndido banquete, al que asistieron más de cien comensales. Ocupaban la presidencia los señores Amilibia, Hernández, Vega de Seoane, Galarraga, Adarraga, Lopetegui, representantes de Rentería y Astigarraga y don Tomás Carasa. En el acto reinó gran animación, y al final de la comida hubo brindis en broma y en serio, se recitaron poesías y se cantaron el "Himno de Riego" y "La Marsellesa"."
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