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Signatura: L21618
Fecha: 1931-12-11
Tipo de documento: Prensa
Idioma: Castellano
Fuente: Ion Urrestarazu Parada
Descripción: "La Voz" en Alza / La Voz de Guipúzcoa, p. 13
Observaciones: ""La Voz" en Alza Una interesante conferencia de propaganda radical del señor Bringas Gran expectación había en esta villa por ori hablar al Sr. Bringas, directivo del Partido Republicano Radical donostiarra. A las ocho y media de la noche llegó éste acompañado de buen número de amigos de la capital, y entre ellos los señores Bellido (don José) y Galino. Fueron recibidos en el Centro Republicano de Alza por su Junta directiva, en nombre de la cual les dió la bienvenida su digno presidente, don José Hernández. El salón se hallaba completamente lleno. Estaba también representado el bello sexo. Presidió el acto el señor Hernández, quien agradeció al señor Bringas su valioso concurso, rogándole fuera portador de un afectuoso saludo a los radicales de San Sebastián. Comenzó el señor Bringas su amena conferencia con estas palabras: "Soy un antiguo y convencido republicano radical; pero antes que radical soy republicano, antes que republicano soy liberal, y antes que liberal soy español". Condena enérgicamente los nacionalismos vaco y catalán, que no son otra cosa que el separatismo disfrazado. Un separatismo que no tolera que el resto de España intervenga en las cosas de su país, pero que en cambio ellos, con sus representantes en Cortes, su comercio y aranceles de Aduanas, quieren manejar a las demás regiones. En párrafos brillantes dice que, no obstante haber nacido en Castilla, se siente vasco como el que más, pues en esta querida tierra vive desde hace muchos años y tiene sus mayores afectos. A continuación se refiere a los derechos que le han sido concedidos a la mujer por la Constitución, merced a la energía y talento con que lo ha defendido Clarita Campoamor, que tan dignamente representa en el Congreso al Partido Republicano Radical. Dice que él, hace cuarenta años, venía trabajando, a medida de sus fuerzas, en favor de las ideas feministas, y le produce una inmensa satisfacción el que se haya logrado el triunfo de esto que era una verdadera obsesión suya. Habla después, con gran competencia, del problema de la enseñanza y explica cómo todas las desdichas que ha padecido España se deben al empeño que pusieron los servidores de la monarquía en que el pueblo careciera de cultura y de educación cívica; que quedaron yermas inteligencias que pudieron haber brillado y contribuído al engrandecimiento de nuestra querida patria. Se dirige a las madres, a quienes la República les ha concedido los mismos derechos que al hombre. Les dice que ahora sus hijos, los hijos del obrero, con la enseñanza única podrán recibir, sin que les cueste nada, una educación especial y hasta obtener títulos universitarios. Esto os ha concedido la República, y como vosotras sois agradecidas, seréis, también, sus más decididas defensoras. Recomienda la más estrecha unión a todos los republicanos de la provincia para vencer al enemigo común. Pero —agrega— esta unión no quiere decir que dejemos de organizar nuestros partidos de acuerdo con el ideario de cada uno. La República necesita, para gobernar, una derecha, un centro y una izquierda republicana y una extrema izquierda socialista. Además, que, con la propaganda que realiza cada partido separadamente, se aumenta el número de afiliados, contando en conjunto con enorme fuerza para dar la batalla con seguridades de éxito. Ensalza a continuación la gran figura de don Alejandro Lerroux, quien puede codearse con los primeros estadistas del mundo, según lo ha declarado la Prensa extranjera. El Partido Radical con Lerroux se mantiene firme donde estuvo siempre; nunca podrá decirse que sacrifica su ideario a pasiones personales y que antepone apetitos ilegítimos a los intereses generales del país. Lerroux ha sabido sacrificarse, armonizar, apaciguar los ánimos exaltados y mantener la antorcha del ideal. Se ha escurrido hábilmente de todas las intemperancias ajenas cumpliendo como caballero los pactos impuestos por sus compañeros de revolución. Por Lerroux se ha salvado la República. Y como entiende que al orden y el respeto son precisos para gobernar, ¿qué de extraño tiene que se acerquen a él las fuerzas conservadoras? Pero esto no quiere decir que Lerroux y el partido Republicano Radical se haya hecho conservador, pues mantiene íntegro su programa, programa que es de izquierdas, DE IZQUIERDAS, pese a quien pese, y los que ingresen en las filas radicales tendrán que acatarlo, pasando después al lazareto a hacer cuarentena. Y a esos que se acercan a Lerroux pidiendo orden y tranquilidad, Lerroux les dirá: Os lo daré, pero a este precio: tenéis que pagarlo, y ese dinero se destinará a realizar obras en favor del obrero. Termina el Sr. Bringas su magnífica conferencia con un párrafo muy elocuente dedicado a la mujer, recomendándole que haga desaparecer ese fantasma del fanatismo y del confesionario, que todas laboren en favor de la República."
Grupos: Crónicas de La Voz de Guipúzcoa del año 1931
 
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Signatura: L21618
Fecha: 1931-12-11
Tipo de documento: Prensa
Idioma: Castellano
Fuente: Ion Urrestarazu Parada
Descripción: "La Voz" en Alza / La Voz de Guipúzcoa, p. 13
Observaciones: ""La Voz" en Alza Una interesante conferencia de propaganda radical del señor Bringas Gran expectación había en esta villa por ori hablar al Sr. Bringas, directivo del Partido Republicano Radical donostiarra. A las ocho y media de la noche llegó éste acompañado de buen número de amigos de la capital, y entre ellos los señores Bellido (don José) y Galino. Fueron recibidos en el Centro Republicano de Alza por su Junta directiva, en nombre de la cual les dió la bienvenida su digno presidente, don José Hernández. El salón se hallaba completamente lleno. Estaba también representado el bello sexo. Presidió el acto el señor Hernández, quien agradeció al señor Bringas su valioso concurso, rogándole fuera portador de un afectuoso saludo a los radicales de San Sebastián. Comenzó el señor Bringas su amena conferencia con estas palabras: "Soy un antiguo y convencido republicano radical; pero antes que radical soy republicano, antes que republicano soy liberal, y antes que liberal soy español". Condena enérgicamente los nacionalismos vaco y catalán, que no son otra cosa que el separatismo disfrazado. Un separatismo que no tolera que el resto de España intervenga en las cosas de su país, pero que en cambio ellos, con sus representantes en Cortes, su comercio y aranceles de Aduanas, quieren manejar a las demás regiones. En párrafos brillantes dice que, no obstante haber nacido en Castilla, se siente vasco como el que más, pues en esta querida tierra vive desde hace muchos años y tiene sus mayores afectos. A continuación se refiere a los derechos que le han sido concedidos a la mujer por la Constitución, merced a la energía y talento con que lo ha defendido Clarita Campoamor, que tan dignamente representa en el Congreso al Partido Republicano Radical. Dice que él, hace cuarenta años, venía trabajando, a medida de sus fuerzas, en favor de las ideas feministas, y le produce una inmensa satisfacción el que se haya logrado el triunfo de esto que era una verdadera obsesión suya. Habla después, con gran competencia, del problema de la enseñanza y explica cómo todas las desdichas que ha padecido España se deben al empeño que pusieron los servidores de la monarquía en que el pueblo careciera de cultura y de educación cívica; que quedaron yermas inteligencias que pudieron haber brillado y contribuído al engrandecimiento de nuestra querida patria. Se dirige a las madres, a quienes la República les ha concedido los mismos derechos que al hombre. Les dice que ahora sus hijos, los hijos del obrero, con la enseñanza única podrán recibir, sin que les cueste nada, una educación especial y hasta obtener títulos universitarios. Esto os ha concedido la República, y como vosotras sois agradecidas, seréis, también, sus más decididas defensoras. Recomienda la más estrecha unión a todos los republicanos de la provincia para vencer al enemigo común. Pero —agrega— esta unión no quiere decir que dejemos de organizar nuestros partidos de acuerdo con el ideario de cada uno. La República necesita, para gobernar, una derecha, un centro y una izquierda republicana y una extrema izquierda socialista. Además, que, con la propaganda que realiza cada partido separadamente, se aumenta el número de afiliados, contando en conjunto con enorme fuerza para dar la batalla con seguridades de éxito. Ensalza a continuación la gran figura de don Alejandro Lerroux, quien puede codearse con los primeros estadistas del mundo, según lo ha declarado la Prensa extranjera. El Partido Radical con Lerroux se mantiene firme donde estuvo siempre; nunca podrá decirse que sacrifica su ideario a pasiones personales y que antepone apetitos ilegítimos a los intereses generales del país. Lerroux ha sabido sacrificarse, armonizar, apaciguar los ánimos exaltados y mantener la antorcha del ideal. Se ha escurrido hábilmente de todas las intemperancias ajenas cumpliendo como caballero los pactos impuestos por sus compañeros de revolución. Por Lerroux se ha salvado la República. Y como entiende que al orden y el respeto son precisos para gobernar, ¿qué de extraño tiene que se acerquen a él las fuerzas conservadoras? Pero esto no quiere decir que Lerroux y el partido Republicano Radical se haya hecho conservador, pues mantiene íntegro su programa, programa que es de izquierdas, DE IZQUIERDAS, pese a quien pese, y los que ingresen en las filas radicales tendrán que acatarlo, pasando después al lazareto a hacer cuarentena. Y a esos que se acercan a Lerroux pidiendo orden y tranquilidad, Lerroux les dirá: Os lo daré, pero a este precio: tenéis que pagarlo, y ese dinero se destinará a realizar obras en favor del obrero. Termina el Sr. Bringas su magnífica conferencia con un párrafo muy elocuente dedicado a la mujer, recomendándole que haga desaparecer ese fantasma del fanatismo y del confesionario, que todas laboren en favor de la República."
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