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Signatura: L22232
Fecha: 1932-02-25
Tipo de documento: Prensa
Idioma: Castellano
Fuente: Ion Urrestarazu Parada
Descripción: ALZA. UNA CONFERENCIA / La Voz de Guipúzcoa, p. 11
Observaciones: "ALZA UNA CONFERENCIA En los locales del Centro Republicano, en la noche del sábado, se celebró un acto en el que, según se hallaba anunciado, el conocido orador vasco don Juan Adarraga desarrolló el tema: "Contra impaciencia, comprensividad". Comienza agradeciendo a las señoras su presencia en el acto. Dice que en estos momentos no se trata solamente de hacer una labor política, sino política y cultural. Hace un examen de los peligros a que se expone la impaciencia en la política y cita casos ocurridos en otros países. Alude a una estadística del ex ministro francés M. Caillaux, en la que se refleja la evolución operada en la producción y el consumo, comparados entre sí, y en relación con el aumento de la población europea. Dice que parece lógico que a un aumento de población corresponda un aumento de consumo; pero que, a veces, no ocurre esto, debido a la falta de medios de adquisición y señala como una de las principales causas a la suplantación del hombre por el maquinismo. La crisis es bien patente y estima que los gobiernos tienen que llegar a una inteligencia internacional, teniendo en cuenta las necesidades de la humanidad, en lugar de llevar una política suicida de armamento, sosteniéndola con el aumento desaforado de los impuestos. A continuación examina nuestra situación nacional, diciendo que España no es un país de consumo, pues, a pesar de sus 22 millones de habitantes, así lo han reconocido entidades extranjeras que pretendieron implantar aquí sus industrias o abrir mercados para sus productos, y opina que esto es debido a la falta de cultura en que la Monarquía tenía sumida a una gran parte del país: pues se da el caso de que en algunas regiones la capacidad de adquisición y consumo es casi negativa; dándose el caso de que ni siquiera conocen los artículos y productos que en otros países se consideran necesarios para la vida. Habla del consumo del hierro, manifestando que en España es de unos 40 kilogramos por habitante y año, mientras que en Alemania, Francia, Suiza y Holanda, es de unos 200 kilogramos. Esto no lo estima como síntoma alarmante que pueda descorazonar, sino que aviva su optimismo en el porvenir, ya que demuestra que nos hallamos en buenas condiciones para seguir un camino acertado mediante una política acertada; podemos elegir y, en cambio, otras naciones han llegado en este aspecto a una cúspide por caminos equivocados, por los que ya no es fácil retroceder y muy difícil rectificar. Incorporemos a las masas a la cultura y confiemos en nuestro porvenir. Examina el orador las posibilidades nacionales, manifestando que España es más agrícola que industrial y hay que atenerse a esta realidad. Se lamenta de que poseyendo una climatología apropiada y buen suelo, se gasten en el extranjero muchos millones; por ejemplo: los 80 que salen anualmente en la compra de productos avícolas. Hace ver la necesidad de un aprovechamiento racional de nuestras riquezas naturales, creando Bancos Agrícolas que desplacen la usura. Dice que, dados los problemas y la enorme labor que la República tiene que realizar, debemos todos elevar nuestro espíritu; apartándonos de toda política de casinillo y colaborar en esa magna obra, no dejándose llevar por la impaciencia, que es mala consejera; procurando no crear dificultades, sino vencer las existentes, por lo que se impone una actuación ciudadana de sensatez, con la incorporación de todos los valores; aun aquellos que sean contrarios a la República. Pero esto, naturalmente, sin hacer dejación de nuestros derechos ni de nuestros ideales. Y no olvidar que ya no somos partidos de oposición, sino que hemos de hacer leyes y velar por su cumplimiento, y hay que llegar a la necesaria capacitación. Entiende que en la cuestión religiosa debemos ser tolerantes y comprensivos, recogiendo así el espíritu de la Constitución, y que, únicamente, debemos oponernos a aquello que signifique imperialismo del clero, el que ha venido pecando de tres defectos: incomprensión, intolerancia y soberbia, sin que de ello tenga la culpa el Evangelio. Debemos, sí, evitar que la Iglesia sea una prolongación del Estado; pero nunca combatir una religión escudándose en la República, pues significaría sectarismo, y la República es leal y no autoriza la persecución religiosa, ni la consiente en la Constitución. Nadie puede, por tanto, atacar las conciencias en nombre de ella; ya que ésta las deja en libertad, y no se debe comprometer la labor del Gobierno con actitudes fuera de lugar. Hace un bello e inspirado párrafo exponiendo el concepto simbólico de la agitadora violencia del viento del Cantábrico que, a veces, bate nuestras costas. Termina haciendo un llamamiento a la comprensión y a la cordura para no comprometer, y sí alimentar y sostener, nuestros queridos principios de República y Libertad. Como esperábamos, acudió a esta conferencia un público numeroso ,en el que no faltaba la representación femenina. En todo momento el auditorio siguió con creciente interés el discurso, que fué admirable de fondo y forma y al finalizar el mismo, premió al señor Adarraga con una salva de aplausos. APOSTILLAS Puesto que se trata de hacer una labor político-cultural que traiga la pacificación de los espíritus y posibilite la colaboración en común de diversos sectores del país, creemos, en nuestra modestísima opinión, que es el señor Adarraga uno de los más indicados para realizarla; dado su prestigio y la simpatía general de que goza en este país, que es el suyo, y hacia el que muestra un acendrado cariño, al que une sus afanes democráticos de amor a la libertad y a la justicia, siendo éstas, cualidades que los significan como un verdadero e innegable vasco. -- C."
Grupos: Crónicas de La Voz de Guipúzcoa del año 1932
 
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Fecha: 1932-02-25
Tipo de documento: Prensa
Idioma: Castellano
Fuente: Ion Urrestarazu Parada
Descripción: ALZA. UNA CONFERENCIA / La Voz de Guipúzcoa, p. 11
Observaciones: "ALZA UNA CONFERENCIA En los locales del Centro Republicano, en la noche del sábado, se celebró un acto en el que, según se hallaba anunciado, el conocido orador vasco don Juan Adarraga desarrolló el tema: "Contra impaciencia, comprensividad". Comienza agradeciendo a las señoras su presencia en el acto. Dice que en estos momentos no se trata solamente de hacer una labor política, sino política y cultural. Hace un examen de los peligros a que se expone la impaciencia en la política y cita casos ocurridos en otros países. Alude a una estadística del ex ministro francés M. Caillaux, en la que se refleja la evolución operada en la producción y el consumo, comparados entre sí, y en relación con el aumento de la población europea. Dice que parece lógico que a un aumento de población corresponda un aumento de consumo; pero que, a veces, no ocurre esto, debido a la falta de medios de adquisición y señala como una de las principales causas a la suplantación del hombre por el maquinismo. La crisis es bien patente y estima que los gobiernos tienen que llegar a una inteligencia internacional, teniendo en cuenta las necesidades de la humanidad, en lugar de llevar una política suicida de armamento, sosteniéndola con el aumento desaforado de los impuestos. A continuación examina nuestra situación nacional, diciendo que España no es un país de consumo, pues, a pesar de sus 22 millones de habitantes, así lo han reconocido entidades extranjeras que pretendieron implantar aquí sus industrias o abrir mercados para sus productos, y opina que esto es debido a la falta de cultura en que la Monarquía tenía sumida a una gran parte del país: pues se da el caso de que en algunas regiones la capacidad de adquisición y consumo es casi negativa; dándose el caso de que ni siquiera conocen los artículos y productos que en otros países se consideran necesarios para la vida. Habla del consumo del hierro, manifestando que en España es de unos 40 kilogramos por habitante y año, mientras que en Alemania, Francia, Suiza y Holanda, es de unos 200 kilogramos. Esto no lo estima como síntoma alarmante que pueda descorazonar, sino que aviva su optimismo en el porvenir, ya que demuestra que nos hallamos en buenas condiciones para seguir un camino acertado mediante una política acertada; podemos elegir y, en cambio, otras naciones han llegado en este aspecto a una cúspide por caminos equivocados, por los que ya no es fácil retroceder y muy difícil rectificar. Incorporemos a las masas a la cultura y confiemos en nuestro porvenir. Examina el orador las posibilidades nacionales, manifestando que España es más agrícola que industrial y hay que atenerse a esta realidad. Se lamenta de que poseyendo una climatología apropiada y buen suelo, se gasten en el extranjero muchos millones; por ejemplo: los 80 que salen anualmente en la compra de productos avícolas. Hace ver la necesidad de un aprovechamiento racional de nuestras riquezas naturales, creando Bancos Agrícolas que desplacen la usura. Dice que, dados los problemas y la enorme labor que la República tiene que realizar, debemos todos elevar nuestro espíritu; apartándonos de toda política de casinillo y colaborar en esa magna obra, no dejándose llevar por la impaciencia, que es mala consejera; procurando no crear dificultades, sino vencer las existentes, por lo que se impone una actuación ciudadana de sensatez, con la incorporación de todos los valores; aun aquellos que sean contrarios a la República. Pero esto, naturalmente, sin hacer dejación de nuestros derechos ni de nuestros ideales. Y no olvidar que ya no somos partidos de oposición, sino que hemos de hacer leyes y velar por su cumplimiento, y hay que llegar a la necesaria capacitación. Entiende que en la cuestión religiosa debemos ser tolerantes y comprensivos, recogiendo así el espíritu de la Constitución, y que, únicamente, debemos oponernos a aquello que signifique imperialismo del clero, el que ha venido pecando de tres defectos: incomprensión, intolerancia y soberbia, sin que de ello tenga la culpa el Evangelio. Debemos, sí, evitar que la Iglesia sea una prolongación del Estado; pero nunca combatir una religión escudándose en la República, pues significaría sectarismo, y la República es leal y no autoriza la persecución religiosa, ni la consiente en la Constitución. Nadie puede, por tanto, atacar las conciencias en nombre de ella; ya que ésta las deja en libertad, y no se debe comprometer la labor del Gobierno con actitudes fuera de lugar. Hace un bello e inspirado párrafo exponiendo el concepto simbólico de la agitadora violencia del viento del Cantábrico que, a veces, bate nuestras costas. Termina haciendo un llamamiento a la comprensión y a la cordura para no comprometer, y sí alimentar y sostener, nuestros queridos principios de República y Libertad. Como esperábamos, acudió a esta conferencia un público numeroso ,en el que no faltaba la representación femenina. En todo momento el auditorio siguió con creciente interés el discurso, que fué admirable de fondo y forma y al finalizar el mismo, premió al señor Adarraga con una salva de aplausos. APOSTILLAS Puesto que se trata de hacer una labor político-cultural que traiga la pacificación de los espíritus y posibilite la colaboración en común de diversos sectores del país, creemos, en nuestra modestísima opinión, que es el señor Adarraga uno de los más indicados para realizarla; dado su prestigio y la simpatía general de que goza en este país, que es el suyo, y hacia el que muestra un acendrado cariño, al que une sus afanes democráticos de amor a la libertad y a la justicia, siendo éstas, cualidades que los significan como un verdadero e innegable vasco. -- C."
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