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Signatura: L22559
Fecha: 1932-12-17
Tipo de documento: Prensa
Idioma: Castellano
Fuente: Ion Urrestarazu Parada
Descripción: EN EL REFORMATORIO DE MENORES / La Voz de Guipúzcoa, p. 7
Observaciones: "EN EL REFORMATORIO DE MENORES Anoche fué destruido por el fuego un pabellón del establecimiento Las pérdidas se calculan en sesenta mil pesetas LA VOZ DE ALARMA La vida normal del Reformatorio de Menores, institución que tiene su edificio en el alto de Uba, se vió turbada anoche con la voz impresionando de "¡Fuego!", q8ue causó la consiguiente alarma entre la comunidad mercedaria y los menores allí albergados para su educación. Eran aproximadamente las ocho, cuando los hermanos de la comunidad y los corrigendos se encontraban en los refectorios, para cenar. La voz de alarma la dieron unos colonos de los caseríos próximos al Reformatorio, que se vieron sorprendidos por una llamarada que envolvió rápidamente el pabellón adosado al edificio y que se destinaba a taller de encuadernación. La comunidad, al ser apercibida del peligro, apresuróse a solicitar auxilio a las autoridades de San Sebastián, requiriendo el servicio de incendios con toda urgencia. El fuego había adquirido en pocos momentos un incremento tal, que se temió se propagara al resto del edificio. LOS PRIMEROS AUXILIOS Como el incendio era perfectamente visible desde Loyola, bien pronto se dieron cuenta del siniestro en los cuarteles de Artillería e Ingenieros, cuyos jefes se apresuraron a enviar varios soldados para prestar auxilio, personándose también un comandante de dichas fuerzas en el lugar del siniestro. Los ánimos se tranquilizaron un tanto al ver que el fuego no alcanzaba al Reformatorio, sino que se limitaba por el momento al pabellón adosado. Los primeros trabajos realizados se encaminaron a mantener este aislamiento, en tanto llegaban los servicios de incendios. En el parque de la Brecha recibió el aviso el médico del Cuerpo de bomberos, señor Celaya. Como también se encontraban allí el arquitecto municipal, señor Alday, jefe del Cuerpo, y su ayudante se dispuso el envío de la camioneta automóvil, con numerosos personal. Los señores Celaya y Alday y su ayudante, señor Frutos, acudieron también al lugar del incendio para dirigir los trabajos de extinción. Encontrándose situado el Reformatorio en el término municipal de Alza, se indicó desde el parque de San Sebastián la conveniencia de que se solicitara también el auxilio del Ayuntamiento de Alza, cuyos bomberos acudieron, asimismo, con una moto-bomba. DIFICULTADES PARA LA EXTINCION Al realizar los trabajos, se tropezó con varias dificultades, como la configuración del terreno, que impedía acercarse a las bombas para trabajar eficazmente y la falta de aguas, pues la que corre por las cañerías del Reformatorio no era suficiente para abastecer las mangas. Faltaba, por consiguiente, el principal elemento. El personal de incendios tuvo que desplegar las escalas de las bombas-automóviles para acercarse al edificio, localizar el fuego y evitar su propagación. Estos primeros esfuerzos fueron penosos. Se averiguó después que en la huerta, al lado derecho del edificio, hay instalado un depósito para recoger el agua de las lluvias, que contenía bastante líquido. Para extraer el agua se colocó sobre el tanque una bomba a motor, aplicándosele tres mangueras de varios metros, una de las cuales se dividía, formando así cuatro fuentes de bastante potencia, que empezaron a arrojar agua sobre el pabellón. Este, cuando la labor de los bomberos pudo ser eficaz ya ardía por completo en su interior, que era de madera y contenía bastante material combustible, que favoreció la formidable hoguera que iluminaba con su resplandor toda la vega de Loyola. Numerosos vecinos de Loyola y de los caseríos de este término y de Alza, llegaron pa prestar su esfuerzo para ayudar a la extinción del fuego. Por fortuna, se atajó bastante la extensión de las llamas, no permitiendo que el voraz elemento pasara del pabellón al edificio central. DONDE SE PRODUJO EL FUEGO El fuego se inició, como hemos dicho, en el pabellón destinado a taller d encuadernación. Es un antiguo caserón de planta baja, dos pisos y desván, conocido por la "Casa de Familia", edificio construído con anterioridad al Reformatorio, que, como se sabe, fué instalado en un antiguo convento. El pabellón, que en su interior contenía maderamen viejo, carcomido, tenía en su planta baja instaladas una cocina y un comedor, que no se utilizaban. En el piso primero, a un extremo, una sala, vacía también: al ala izquierda, cuartos de baño y lavabos y una habitación que ocupaba el cocinero del Reformatorio, llamado José Martínez Martínez. El segundo piso constaba de una sala grande, donde estaba instalado un hermoso taller de encuadernación, en el que trabajaba por su cuenta y ejercía la labor de enseñanza a los corrigendos el encuadernador don Luis Berasategui, de San Sebastián. Este taller fué instalado, hace aproximadamente dos años y medio, por la Caja de Ahorros Provincial, para que sirviera de escuela. La instalación, considerada como una de las más perfectas, había costado 18.000 pesetas. EN este taller ejercían su aprendizaje doce muchachos de los veintisiete que actualmente se encuentran alojados en el Reformatorio. El encuadernador trabajaba por su cuenta en el taller, al tiempo que era dueño del abundante material de trabajo allí almacenado, que importaba varios miles de pesetas. Como actualmente tenía para encuadernar numerosos libros de varios clientes, las pérdidas pueden calcularse en más de 8.000 pesetas, según nos dijo el propio interesado. El edificio estaba asegurado con todas las garantías; no así lo que, del taller, pertenecía al encuadernador. Las pérdidas se calculan en unas 60.000 pesetas. Entre los libros destruidos por el fuego había uno de gran valor histórico: una obra del P. Prieto, de la Orden de la Merced, que databa del año 1622. LAS CAUSAS DEL SINIESTRO Por el momento, son difíciles de señalar. Lo único que puede asegurarse es que tuvo origen en el mismo taller, tal vez por el serrín de una estufa, sobre la que se colocaba un recipiente para disolver la cola empleada en los trabajos de encuadernación. Ayer, a la una de la tarde, abandonó el señor Berasategui el taller y no regresó hasta conocer la noticia del fuego. En el taller de encuadernación, los muchachos continuaron trabajando durante la tarde, bajo la vigilancia de un hermano mercedario. La estufa había sido cargada de serrín hasta la mitad, y según aseguraban los encargados de este cuidado, al dejar el taller, a las seis menos cuarto, la apagaron con agua, pues se les había recomendado reiteradamente tuvieran cuidado con el fuego, por ser el caserón viejo y encerrarse material fácilmente combustible, como son las telas, pieles, cartón ,etc., empelados en las encuadernaciones. Cuando la comunidad se encontraba en el refectorio, se notó que algo extraño en la luz eléctrica hacía disminuir el fluido. Se creyó que obedecía a alguna avería en la fábrica, pero luego ha parecido deducirse que este obedecía a la acción de las llamas en la instalación eléctrica del pabellón siniestrado. Al asegurarse por los corrigendos que la estufa había sido apagada, no se puede precisar cuál fué el origen del fuego: si hubo un descuido y no se apagó, como se cree, o fué debido a un corto-circuito. SE EXTINGUE EL INCENDIO Hacia las once menos cuarto, el fuego quedó extinguido casi en su totalidad, aunque en los pisos altos seguían ardiendo algunas vigas y las jambas de las ventanas; pero ya esto no tenía importancia. De haberse propagado al edificio Reformatorio, los daños hubieran sido considerables, además del peligro que hubieran corrido los muchachos y la comunidad. Por fortuna, no hubo que lamentar nada de esto. LAS PERDIDAS Los daños son de importancia, pues a la destrucción del pabellón --casi en su totalidad-- hay que añadir la pérdida de la maquinaria y material del encuadernador. AL LUGAR DEL SUCESO Además de los señores Alday, Celaya y Frutos, acudieron al lugar del suceso el alcalde interino, señor Torrijos; concejal señor Martiarena, presidente del Tribunal Tutelar de Menores --que muy amablemente nos facilitó detalles para nuestra labor informativa--, secretario del mismo Tribunal y otras personas. Los bomberos se retiraron después de media noche, quedándose de guardia en el edificio, en evitación de que el fuego se reprodujera, varios soldados de Artillería e Ingenieros, ofrecimiento que agradeció la comunidad, rogándonos lo hiciéramos constar así."
Grupos: Crónicas de La Voz de Guipúzcoa del año 1932
 
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Signatura: L22559
Fecha: 1932-12-17
Tipo de documento: Prensa
Idioma: Castellano
Fuente: Ion Urrestarazu Parada
Descripción: EN EL REFORMATORIO DE MENORES / La Voz de Guipúzcoa, p. 7
Observaciones: "EN EL REFORMATORIO DE MENORES Anoche fué destruido por el fuego un pabellón del establecimiento Las pérdidas se calculan en sesenta mil pesetas LA VOZ DE ALARMA La vida normal del Reformatorio de Menores, institución que tiene su edificio en el alto de Uba, se vió turbada anoche con la voz impresionando de "¡Fuego!", q8ue causó la consiguiente alarma entre la comunidad mercedaria y los menores allí albergados para su educación. Eran aproximadamente las ocho, cuando los hermanos de la comunidad y los corrigendos se encontraban en los refectorios, para cenar. La voz de alarma la dieron unos colonos de los caseríos próximos al Reformatorio, que se vieron sorprendidos por una llamarada que envolvió rápidamente el pabellón adosado al edificio y que se destinaba a taller de encuadernación. La comunidad, al ser apercibida del peligro, apresuróse a solicitar auxilio a las autoridades de San Sebastián, requiriendo el servicio de incendios con toda urgencia. El fuego había adquirido en pocos momentos un incremento tal, que se temió se propagara al resto del edificio. LOS PRIMEROS AUXILIOS Como el incendio era perfectamente visible desde Loyola, bien pronto se dieron cuenta del siniestro en los cuarteles de Artillería e Ingenieros, cuyos jefes se apresuraron a enviar varios soldados para prestar auxilio, personándose también un comandante de dichas fuerzas en el lugar del siniestro. Los ánimos se tranquilizaron un tanto al ver que el fuego no alcanzaba al Reformatorio, sino que se limitaba por el momento al pabellón adosado. Los primeros trabajos realizados se encaminaron a mantener este aislamiento, en tanto llegaban los servicios de incendios. En el parque de la Brecha recibió el aviso el médico del Cuerpo de bomberos, señor Celaya. Como también se encontraban allí el arquitecto municipal, señor Alday, jefe del Cuerpo, y su ayudante se dispuso el envío de la camioneta automóvil, con numerosos personal. Los señores Celaya y Alday y su ayudante, señor Frutos, acudieron también al lugar del incendio para dirigir los trabajos de extinción. Encontrándose situado el Reformatorio en el término municipal de Alza, se indicó desde el parque de San Sebastián la conveniencia de que se solicitara también el auxilio del Ayuntamiento de Alza, cuyos bomberos acudieron, asimismo, con una moto-bomba. DIFICULTADES PARA LA EXTINCION Al realizar los trabajos, se tropezó con varias dificultades, como la configuración del terreno, que impedía acercarse a las bombas para trabajar eficazmente y la falta de aguas, pues la que corre por las cañerías del Reformatorio no era suficiente para abastecer las mangas. Faltaba, por consiguiente, el principal elemento. El personal de incendios tuvo que desplegar las escalas de las bombas-automóviles para acercarse al edificio, localizar el fuego y evitar su propagación. Estos primeros esfuerzos fueron penosos. Se averiguó después que en la huerta, al lado derecho del edificio, hay instalado un depósito para recoger el agua de las lluvias, que contenía bastante líquido. Para extraer el agua se colocó sobre el tanque una bomba a motor, aplicándosele tres mangueras de varios metros, una de las cuales se dividía, formando así cuatro fuentes de bastante potencia, que empezaron a arrojar agua sobre el pabellón. Este, cuando la labor de los bomberos pudo ser eficaz ya ardía por completo en su interior, que era de madera y contenía bastante material combustible, que favoreció la formidable hoguera que iluminaba con su resplandor toda la vega de Loyola. Numerosos vecinos de Loyola y de los caseríos de este término y de Alza, llegaron pa prestar su esfuerzo para ayudar a la extinción del fuego. Por fortuna, se atajó bastante la extensión de las llamas, no permitiendo que el voraz elemento pasara del pabellón al edificio central. DONDE SE PRODUJO EL FUEGO El fuego se inició, como hemos dicho, en el pabellón destinado a taller d encuadernación. Es un antiguo caserón de planta baja, dos pisos y desván, conocido por la "Casa de Familia", edificio construído con anterioridad al Reformatorio, que, como se sabe, fué instalado en un antiguo convento. El pabellón, que en su interior contenía maderamen viejo, carcomido, tenía en su planta baja instaladas una cocina y un comedor, que no se utilizaban. En el piso primero, a un extremo, una sala, vacía también: al ala izquierda, cuartos de baño y lavabos y una habitación que ocupaba el cocinero del Reformatorio, llamado José Martínez Martínez. El segundo piso constaba de una sala grande, donde estaba instalado un hermoso taller de encuadernación, en el que trabajaba por su cuenta y ejercía la labor de enseñanza a los corrigendos el encuadernador don Luis Berasategui, de San Sebastián. Este taller fué instalado, hace aproximadamente dos años y medio, por la Caja de Ahorros Provincial, para que sirviera de escuela. La instalación, considerada como una de las más perfectas, había costado 18.000 pesetas. EN este taller ejercían su aprendizaje doce muchachos de los veintisiete que actualmente se encuentran alojados en el Reformatorio. El encuadernador trabajaba por su cuenta en el taller, al tiempo que era dueño del abundante material de trabajo allí almacenado, que importaba varios miles de pesetas. Como actualmente tenía para encuadernar numerosos libros de varios clientes, las pérdidas pueden calcularse en más de 8.000 pesetas, según nos dijo el propio interesado. El edificio estaba asegurado con todas las garantías; no así lo que, del taller, pertenecía al encuadernador. Las pérdidas se calculan en unas 60.000 pesetas. Entre los libros destruidos por el fuego había uno de gran valor histórico: una obra del P. Prieto, de la Orden de la Merced, que databa del año 1622. LAS CAUSAS DEL SINIESTRO Por el momento, son difíciles de señalar. Lo único que puede asegurarse es que tuvo origen en el mismo taller, tal vez por el serrín de una estufa, sobre la que se colocaba un recipiente para disolver la cola empleada en los trabajos de encuadernación. Ayer, a la una de la tarde, abandonó el señor Berasategui el taller y no regresó hasta conocer la noticia del fuego. En el taller de encuadernación, los muchachos continuaron trabajando durante la tarde, bajo la vigilancia de un hermano mercedario. La estufa había sido cargada de serrín hasta la mitad, y según aseguraban los encargados de este cuidado, al dejar el taller, a las seis menos cuarto, la apagaron con agua, pues se les había recomendado reiteradamente tuvieran cuidado con el fuego, por ser el caserón viejo y encerrarse material fácilmente combustible, como son las telas, pieles, cartón ,etc., empelados en las encuadernaciones. Cuando la comunidad se encontraba en el refectorio, se notó que algo extraño en la luz eléctrica hacía disminuir el fluido. Se creyó que obedecía a alguna avería en la fábrica, pero luego ha parecido deducirse que este obedecía a la acción de las llamas en la instalación eléctrica del pabellón siniestrado. Al asegurarse por los corrigendos que la estufa había sido apagada, no se puede precisar cuál fué el origen del fuego: si hubo un descuido y no se apagó, como se cree, o fué debido a un corto-circuito. SE EXTINGUE EL INCENDIO Hacia las once menos cuarto, el fuego quedó extinguido casi en su totalidad, aunque en los pisos altos seguían ardiendo algunas vigas y las jambas de las ventanas; pero ya esto no tenía importancia. De haberse propagado al edificio Reformatorio, los daños hubieran sido considerables, además del peligro que hubieran corrido los muchachos y la comunidad. Por fortuna, no hubo que lamentar nada de esto. LAS PERDIDAS Los daños son de importancia, pues a la destrucción del pabellón --casi en su totalidad-- hay que añadir la pérdida de la maquinaria y material del encuadernador. AL LUGAR DEL SUCESO Además de los señores Alday, Celaya y Frutos, acudieron al lugar del suceso el alcalde interino, señor Torrijos; concejal señor Martiarena, presidente del Tribunal Tutelar de Menores --que muy amablemente nos facilitó detalles para nuestra labor informativa--, secretario del mismo Tribunal y otras personas. Los bomberos se retiraron después de media noche, quedándose de guardia en el edificio, en evitación de que el fuego se reprodujera, varios soldados de Artillería e Ingenieros, ofrecimiento que agradeció la comunidad, rogándonos lo hiciéramos constar así."
Grupos: Crónicas de La Voz de Guipúzcoa del año 1932
 
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