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[233 Kb]
Signatura: L22432
Data: 1932-07-09
Dokumentu mota: Prentsa
Hizkuntza: Gaztelania
Iturria: Ion Urrestarazu Parada
Ezaugarriak: Capítulo de sucesos / La Voz de Guipúzcoa, 6. or.
Oharrak: "Capítulo de sucesos TRISTE SUCESO Aproximadamente a las nueve de la mañana de ayer, los ciudadanos Hipólito Sáez Unzué y Manuel García, vieron que en uno de los solares vacíos del final de la calle Zabaleta, frente al convento de los Corazonistas, se encontraba un hombre que al parecer estaba dormido. Dieron aviso al municipal de servicio en aquella zona, viéndose que el cuerpo era cadáver, presentando una brecha en la región parietal derecha y una herida en la cabeza, así como otras lesiones. Inmediatamente se dió aviso al juez, quien dispuso el traslado del cadáver al depósito de Polloe. En las ropas se le encontraron quince duros y varios documentos ,viéndose que se trataba de Canuto Zabalegui, que fué jefe de la estación de Herrera, y actualmente empleado en la estación de la frontera de Peñaflorida. Como el cuerpo se encontraba frío, se supuso que el desgraciado perdió la vida la noche anterior al sufrir un accidente casual. Pero, según nuestros informes, Zabalegui, que era de costumbres morigeradas, dada su edad --tenía 71 años--, durmió en su domicilio, saliendo de casa muy temprano, como acostumbraba, para dirigirse a su trabajo. Parece ser que tenía la costumbre, al salir de casa a primera hora, de dar un pase antes de la entrada al trabajo, para leer la Prensa matutina. Se supone que sufrió un ataque cerebral u otro accidente repentino, que le hizo caer al fondo del solar, donde debió de perder la vida al recibir un golpe en la cabeza, lo que demuestran las heridas que le fueron apreciadas. Era un hombre trabajador, amante de su familia y de carácter bonachón, que contaba con muchos amigos. Vivía en la calle Iparraguirre, número 4, primer piso izquierda-derecha, con una hija viuda y tres nietos, uno de éstos --niña de unos diez años-- se encuentra en la actualidad en Zaragoza con una tía, hija del finado. Zabalegui era el sostén de la pequeña familia que agrupaba en su hogar, hoy profundamente atribulada por esta desgracia. El juez instruyó las diligencias del caso, existiendo la casi certeza de que se trata de una desgracia casual, ya que no tenía ningún enemigo, y no cabe sospechar que fuese víctima de ninguna venganza ni acto violento. A sus desconsolados hijos, nietos y demás familia, hacemos presente nuestro sentimiento por esta desgracia, que ha sido muy sentida por numerosas personas, ya que el finado era muy apreciado y conocido."
Sortak: La Voz de Guipúzcoa 1932, kronikak
 
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Ezaugarriak: Capítulo de sucesos / La Voz de Guipúzcoa, 6. or.
Oharrak: "Capítulo de sucesos TRISTE SUCESO Aproximadamente a las nueve de la mañana de ayer, los ciudadanos Hipólito Sáez Unzué y Manuel García, vieron que en uno de los solares vacíos del final de la calle Zabaleta, frente al convento de los Corazonistas, se encontraba un hombre que al parecer estaba dormido. Dieron aviso al municipal de servicio en aquella zona, viéndose que el cuerpo era cadáver, presentando una brecha en la región parietal derecha y una herida en la cabeza, así como otras lesiones. Inmediatamente se dió aviso al juez, quien dispuso el traslado del cadáver al depósito de Polloe. En las ropas se le encontraron quince duros y varios documentos ,viéndose que se trataba de Canuto Zabalegui, que fué jefe de la estación de Herrera, y actualmente empleado en la estación de la frontera de Peñaflorida. Como el cuerpo se encontraba frío, se supuso que el desgraciado perdió la vida la noche anterior al sufrir un accidente casual. Pero, según nuestros informes, Zabalegui, que era de costumbres morigeradas, dada su edad --tenía 71 años--, durmió en su domicilio, saliendo de casa muy temprano, como acostumbraba, para dirigirse a su trabajo. Parece ser que tenía la costumbre, al salir de casa a primera hora, de dar un pase antes de la entrada al trabajo, para leer la Prensa matutina. Se supone que sufrió un ataque cerebral u otro accidente repentino, que le hizo caer al fondo del solar, donde debió de perder la vida al recibir un golpe en la cabeza, lo que demuestran las heridas que le fueron apreciadas. Era un hombre trabajador, amante de su familia y de carácter bonachón, que contaba con muchos amigos. Vivía en la calle Iparraguirre, número 4, primer piso izquierda-derecha, con una hija viuda y tres nietos, uno de éstos --niña de unos diez años-- se encuentra en la actualidad en Zaragoza con una tía, hija del finado. Zabalegui era el sostén de la pequeña familia que agrupaba en su hogar, hoy profundamente atribulada por esta desgracia. El juez instruyó las diligencias del caso, existiendo la casi certeza de que se trata de una desgracia casual, ya que no tenía ningún enemigo, y no cabe sospechar que fuese víctima de ninguna venganza ni acto violento. A sus desconsolados hijos, nietos y demás familia, hacemos presente nuestro sentimiento por esta desgracia, que ha sido muy sentida por numerosas personas, ya que el finado era muy apreciado y conocido."
Sortak: La Voz de Guipúzcoa 1932, kronikak
 
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