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La Voz de Guipúzcoa – 1890-07-04

Nuestras cartas
DESDE ANCHO

Ancho, 2 de julio de 1890

Sr. Director de La Voz de Guipúzcoa.

Apreciado director:

El día de San Pedro hemos tenido en este barrio gran animación, debido a que se nos presentó una música de esa ciudad a amenizar, habiendo estado esto muy divertido. El objeto de su venida fue, a mi entender, en que se pretende entre varios industriales complacer a los vecinos con algún extraordinario, retribuyendo a los músicos de su peculio particular para que éstos amenicen todos los días festivos. A pesar de ser las fiestas de San Pedro, en Pasajes tuvimos buen contingente.

En el número de La Voz correspondiente al 27 del pasado aparece una carta fechada en Pasajes, en la cual su autor analiza los puntos de la mía que vio luz pública en su diario el 25 del mismo. No trato de establecer polémica con el señor P. C. ni ése es mi objeto; pero sí quiero indicar al autor de la citada carta los móviles que me impulsaron a escribir la mía con motivo del fallo recaído a favor de Pasajes, y poner de relieve los inconvenientes con que en lo sucesivo hemos de tropezar con motivo de la anexión.

No es que reneguemos de la anexión a Pasajes, como quiere demostrar el señor P. C., antes al contrario, nos felicitamos de ello, pues que es preferible pertenecer a Hungría antes que a Alza.

Pero vamos al caso. El amigo P. C. me recomienda en primer lugar mucha calma, que es lo mismo que si yo le recomendase a él mucha tila, porque se conoce se le indigestó mi carta después de celebrar un segundo abrazo de Vergara. Y no he pretendido ahogar su voz echándole el dogal al cuello, sino simplemente indicar si nos harán los de Pasajes, o no harán, las obras que Alza tenía proyectadas.

También se incomoda mi amigo P. C. por llamarles ambiciosos, y dice que no les trate de esa manera. Bien sabe usted Sr. P. C., que aunque algunos pretenden decir que Ancho debe ser de Rentería y otros de Oyarzun, francamente, este barrio no puede mantener a tantos como lo desean.

De que haya aquí en su tan querido barrio personas aptas, inteligentes y capaces para administrar, no lo niega usted, pero sí niega que puedan hacerlo mejor. ¿Cómo quiere usted hacerlo tan bien como los que vivimos aquí, si no es posible? Desengáñese usted que un extraño no pueda saber nunca lo que pasa en casa del vecino; y por eso queremos los habitantes de Ancho ser independientes; queremos administrarnos por nuestra cuenta, porque comprendemos mejor que nadie nuestras necesidades.

Con cierta sorna dice el señor P. C. que el paso en lancha es muy agradable, tanto para los recién nacidos como los que acompañan a los muertos… Comprendo que lo sea para usted y para los que vayan a divertirse, pero para los que acompañan a algún cadáver, no; porque ¿le parece a usted bien que entre seis u ocho lanchas que llevan gente alegre, que canta y se divierte, le parece a usted bien —repito— que se cruce una embarcación con un cadáver? ¿No le parece a usted que es eso dar un espectáculo indecoroso y triste, que la ley debe prohibir? ¡Ni aunque fuese usted contratista de lanchas!

¿Le parece al Sr. P. C. bien, que los padres que tenemos hijos los encomendemos a un barquero para que los pase a la escuela y que el día menos pensado vayan al agua, bien por descuido o bien por imprudencia del conductor? ¿Y si a altas horas de la noche se suscita una cuestión y se necesita la presencia del juzgado? ¿Y si hay algún enfermo grave, quién le suministra los Sacramentos?

He aquí los inconvenientes primeros con que hemos de tropezar, sin contar otros que irán saliendo a flor de agua tan pronto lleguemos al campo de la práctica. Porque aun cuando ustedes pretenden complacernos en nuestras necesidades, pasarán algunos años para conseguirlo, so pena de que los edificios se vendan en París y los traigan por telégrafo o facturados en gran velocidad. ¿O es que tienen ustedes ese poder de la lámpara maravillosa que de la noche a la mañana aparecen hechos por arte de magia los más soberbios palacios? Vamos, que lo que se desprende en su carta esto será pronto Jauja.

La verdad, amigo P. C. estamos ya tan cansados de promesas, que todas cuantas se nos hagan las acogemos con desprecio o las tomamos a broma, máxime cuando las hace un don Juan particular, sin autoridad ni nada. Sin embargo, le agradecemos todo lo que nos promete y archivamos su carta para los fines consiguientes.

La administración que hemos disfrutado de Alza, en el transcurso de algunos años, ha sido detestable; tan mala, que me he visto en el caso de censurarla a diario, opinando siempre que nos anexionásemos a San Sebastián u otra parte, vistas las injusticias que todos los días se cometían con los vecinos de Ancho. Por eso fui uno de los primeros que firmaron la anexión a San Sebastián. Pero hoy, vista la opinión unánime de este vecindario, comprendo que gobernado su tan querido barrio por nosotros mismos, habíamos de cubrir las necesidades más pronto y mejor que puedan hacerlo los de Pasajes.

Si el día de San Fermín ejerciera Pasajes autoridad de Ancho… nos mandarían ustedes la música ¿verdad? Pues, francamente, agradecemos la intención, toda vez que de lo que tenemos sed es de justicia y de una buena administración, porque música tratan de regalarnos todos los domingos algunos industriales.

¡Ojalá, Sr. P. C., que las columnas de bronce que usted cita sean tan fuertes y duraderas como lo desean los vecinos de Pasajes! Pero ya verá usted cómo hay algún Sansón que las derribe, y en vez de convertirnos en columnas de bronce, nos convertiremos en formidable pináculo de sólidos cimientos, en cuya cúspide, alcanzando el laurel del triunfo, alzaremos la bandera con el honroso lema de ¡¡La Independencia de Ancho!!

Sintiendo molestar a usted, señor director, por lo larga que se va haciendo esta carta. Queda hasta otra su affcmo. y s.s.q.b.s.m.

El Corresponsal