Antxoko korrespontsalen gutuna
NUESTRAS CARTAS
DESDE ANCHO
Muy señor mío y amigo:
Hénos aquí a un numeroso vecindario convertido en pelotas de frontón, con cuyos vecinos juegan muchos pueblos (léase pelotaris) lanzándonos donde la cesta quiera llevarnos. Hace poco tiempo pretendió hacerse dueño de nosotros San Sebastián, Alza se opuso y no lo consiguió; pero más tarde hemos sufrido una ráfaga terrible de viento que nos ha hecho mirar a Pasajes cual veletas que giran a merced del viento reinante.
Dieciocho años, al parecer, ha durado un famoso pleito, el que hoy han ganado los de Pasajes, y nosotros los vecinos de Ancho, convertidos en monigote de cartón o soldados de papel que bailamos cuando nos tiran de la cuerda.
Las descargas de cohetes que nos han disparado estos días los de San Pedro y San Juan, son motivo suficiente para creer que éstos han ganado ese famoso pleito, tan costoso y que tantos y tan graves conflictos ha de reportar al decir de algunos, una vez que se proceda a la entrega de cuentas. Porque, no hay duda, los arreglos van a ser no muy beneficiosos para nosotros, que quizá tendremos que pagar los vidrios rotos, máxime si esos arreglos se hacen con justicia.
De que hayamos perdido por pertenecer a Pasajes no lo afirmaremos; pero tampoco podemos afirmar de que ganemos, por los muchos contratiempos que hemos de sufrir.
De esto hablaré más tarde y con claridad, una vez sepamos si pertenecemos a San Juan o a San Pedro, porque aquí se ve que aquí todos nos quieren y nos aprecian por…
La recaudación que aquí se hace es el sostén, o ha sido, de Alza, y será en lo sucesivo de Pasajes. ¿No lo podría ser de Ancho solo, ya que todos nos ambicionan? Porque la opinión pública, los vecinos todos, opinan que Ancho debe gobernarse por sí solo, y no que administren personas que están muy lejos de comprender las necesidades de esta población, máxime cuando disponemos de individuos aptos, inteligentes, capaces de administrarnos mejor que pueden hacerlo los extraños. Eso es lo que todo vecino debía de pedir, la independencia de Ancho, y no estar a merced de quien desee gobernarnos, porque al fin, el giro que hemos tomado no será nada beneficioso para nosotros, toda vez que si tenemos necesidad de bautizar a una criatura hemos de recurrir a uno que nos pase con lancha, y si ocurre una defunción, tenemos que alquilar cuantas lanchas haya en la bahía, so pena de que el nuevo alcalde contrate toda la marina de Pasajes y establezca un servicio fúnebre sostenido de los fondos municipales.
De las necesidades de este barrio ya iré poniéndole al corriente al nuevo señor alcalde, al que hoy saludo con el mayor respeto, poniéndome a sus órdenes como se ponen los demás convecinos míos.
Ahora veremos si ganamos o perdemos; ahora veremos si se construyen esos edificios para escuelas públicas; ahora veremos si se construye o no el lavadero público, la alhóndiga y otras cosas más que se tenían anunciadas y que habido quien se mofaba de su tardanza, y por último veremos si la capilla de Ancho se convierte en sidrería y se edifica un templo propio de una población culta, y se limpian y sanean las calles, patios y aguas estancadas tantas veces denunciadas.
Un adiós empechegao al ayuntamiento que nos ha regido hasta ahora, del que me quedan imperecederos recuerdos, igualmente que del capitán de carlistas (o lo que haya sido) su secretario municipal, y no tomando a pecho estos deslices, porque no hay para qué, pues que estos tiempos traerán otros… peores, como decía un sapo al mismo tiempo que pasaba por encima la rueda de un carro, queda hasta dentro de breves días su silencioso y mudo por algún tiempo.
El Corresponsal