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A Fuenterrabía e Irún Por Jaizquíbel
El astro del día se había elevado un palmo sobre la cima de Concorronea. Las burras de leche, mejor dicho las burras que proporcionan leche a los enfermos, se retiraban a los caseríos, dando coquetones respingos cada vez que el chico que las guiaba daba la voz de “arre” o agitaba en el aire un largo palo.
Creo que me he explicado bastante: eran las siete de la mañana de anteayer, lunes, cuando ocurrió eso de las burras y del astro del día, y estas curiosas observaciones las hacía desde el puente de Santa Catalina donde nos encontrábamos varios amigos, esperando a otros, para emprender todos una expedición a Pasajes, y desde este pueblo a Fuenterrabía recorriendo toda cima del elevado monte Jaizquíbel.
A eso de las ocho nos pusimos en marcha, y cerca de Pasajes se nos incorporó un séptimo compañero, que nos alcanzó en un coche.
Entrábamos por la única calle de Pasajes de San Pedro, cuando el reloj de la iglesia señalaba las nueve menos cuarto. Al poco rato se nos acercó una batelera de buena presencia, nos ofreció su batel con una graciosa sonrisa, aceptamos sus servicios y la batelera, seguida por los siete expedicionarios, llegamos al desembarcado del canal.
Primer incidente. Al descender a la embarcación que nos debía de conducir a Pasajes de San Juan, uno de los expedicionarios resbaló en uno de los peldaños, cayó de espaldas y todo su traje quedó cubierto de una capa de lodo. Por fortuna la marea estaba baja, y el caído llevaba botas de montar.
Dos amigos empuñaron los remos y a los pocos instantes bogábamos sobre el canal de esa Venecia Guipuzcoana, que no le faltan más que algunos suntuosos palacios que reflejen sus fachadas en el mar, para vencer en hermosura a la Venecia del Adriático. (…)