Loiolako erromeria
¡A Loyola!
Deseosos de presenciar la animación que según costumbre reina en Loyola el miércoles de ceniza, nos trasladamos allí.
El día, a pesar de dejarse sentir bastante frío espléndido, pues el sol lució con todas sus galas, por lo que la tarde convidaba a pasear por tan agradable y pintoresco valle.
La preciosa ribera del Urumea, presentaba un golpe de vista grandioso y encantador; lindas jóvenes que todavía ostentaban en sus rostros las huellas del último carnaval, se dirigían allí a rendir culto a la alegría.
En todos los montes y campos se veían acá y acullá esparcidas familias que formando círculos encantadores, merendaban las indispensables lapas y lampernas rociadas con exquisita sidra. Por todos los sitios dejábase sentir la diversión y jolgorio que tanto caracteriza a los naturales de nuestro privilegiado país.
Lo que sí se echó de menos, fue la banda de música que en años anteriores hacía las delicias de los excursionistas, quienes sólo a los acordes de alguna que otra destemplada guitarra, saltaron y bailaron a más no poder.
La fiesta, a pesar de todo, resultó animadísima, presentando aquellos campos todo el aspecto de la pradera de San Isidro en Madrid.