Artículo que da cuenta del crecimiento del puerto de Pasajes y de las obras que permitirán su expansión
El puerto de Pasajes
Sr. Director de “El Correo”.
En mi corta estancia en París, que aproveché para enviarle algunas correspondencias, tuve ocasión de conocer al distinguido hombre de negocios, tan apreciado en Francia como en nuestra patria, Mr. Eugene Pereire, presidente del consejo de administración de la “Sociedad General del Puerto de Pasajes”, y el inteligente ingeniero Mr. Charles Mollet, encargado de las obras del mencionado puerto. Ambos señores haciendo gala de esa amabilidad que es proverbial en los franceses, me facilitaron todo género de noticias acerca de los trabajos que proyecta ejecutar la nueva sociedad en aquel rincón de España, abandonado por mucho tiempo, a pesar de su excelente situación comercial, y objeto hoy de los poderosos esfuerzos de una sociedad compuesta en su mayoría por capitales extranjeros.
Tratándose de un asunto de interés general, me propongo trascribirle las noticias que por tan autorizado conducto he adquirido.
El puerto de Pasajes como ya he dicho en otra ocasión en este periódico, es sin disputa el más seguro e importante de la costa cantábrica. El estar resguardado de toda clase que dificulte la entrada y salida de los barcos; el poder descarga a éstos sobre los wagones del ferrocarril; su proximidad a Francia; su vecindad con Navarra y la Rioja de donde se exporta vino en grande escala; la facilidad de comunicación con todo el centro de España, son cualidades que le dan un valor extraordinario.
Hace bastantes años Pasajes se hizo notable por los magníficos barcos de madera que construía en sus astilleros, algunos de cuatro palos, que con justicia llamaron la atención en Liverpool cuando se presentaron para hacer la carrera de Filipinas.
El descuido, la dejadez, que es uno de los males terribles que en todo tiempo nos ha distinguido a los españoles, fue la causa de que su bahía se cubriera de fango hasta el punto de imposibilitar la entrada de barcos de algún calado.
Poco a poco cesó la construcción en sus astilleros; cesó a causa de haberse enfangado la bahía, el tráfico, y Pasajes pasó a ser un puerto muerto, refugio de pescadores en los fuertes temporales.
Sin embargo, la diputación foral de Guipúzcoa no podía menos de comprender que en Pasajes había elementos para despertar el comercio y en el año de 1869, presentó un proyecto al gobierno, de las obras que debieran de realizarse y pidió al mismo tiempo le concediera por 20 años su explotación. El proyecto fue aprobado y la conmoción otorgada por decreto de 14 de febrero de 1870 y por la ley de 12 de mayo del mismo año, cabiéndose la honra a los Sres. Echegaray y Figuerola, de haber firmado aquél y éste respectivamente como ministro de Fomento y Hacienda que eran a la sazón.
En virtud de esta concesión, formose una sociedad, bajo la inspección de la provincia, con el título de Sociedad de Fomento del Puerto de Pasajes, la que se encargó de realizar el proyecto. Esta sociedad ha venido funcionando hasta 1º de julio del corriente año; en cuyo tiempo ha invertido un capital de tres millones de pesetas en 400 metros de muelle que ha construido delante de la línea férrea, en varios almacenes que ha edificado en los terrenos robados al mar, y en la limpia de un arenal para que los barcos pudieran atracar a los mismo muelles. No es posible negar que la Sociedad de fomento ha hecho mucho en pro de los intereses del puerto, pues de 8000 toneladas que era el movimiento anual antes de las obras se ha elevado hoy a ciento cincuenta mil; creo también debe decirse que ha podido hacer mucho más todavía, si no hubiera sido por que no contaba con capital suficiente para tan amplía empresa, y además, porque guiada por el deseo de sacar cuanto antes renta a los fondos que empleaba se preocupaba más de robar terreno al mar, y edificar almacenes que le producían un alquiler seguro, que de sostener a que extrajeran fango sin cesar, que es lo verdaderamente indispensable en aquel puerto.
Este año ha sucedido a aquella sociedad otra que cuenta con medios muy superiores, que lleva por título Sociedad General del Puerto de Pasajes, y que aunque domiciliada con arreglo a la ley española de 19 de octubre de 1869, está formada en su mayoría por capitales francesas e íntimamente relacionada además con la Compañía Trasatlántica francesa y el Barco Trasatlántico de aquella nación, la que le presta grandísima importancia.
Esta nueva sociedad se propone dar extraordinario impulso a los trabajos, cuenta con medios y en su interés está el aplicarlos cuanto antes para percibir más pronto los rendimientos; su objetivo consiste en construir hasta 1500 metros de muelle, limpiar una grande extensión, al menos hasta la fábrica de Capuchinos, y elevar hasta 500.000 toneladas el movimiento anual del puerto.
Los planos que ha presentado merecen todo encomio; la célebre playa de la Herrera, cantada por nuestro inmortal Bretón de los Herreros, quedará reducida a una tercera parte, y en la que se quita al mar se construirá una hermosa ciudad, necesaria para que el comercio tome incremento; alrededor de la Herrera se construirá un muelle, al que atracarán los vapores; enfrente de la estación del ferrocarril, se hará un gran muelle con suficiente fondo para que lleguen allí trasatlánticos de los que hacen la carrera de América: la peña del canal de entrada, conocida con el nombre de “Punta de Cruces” que tanto estorba a los barcos de mucha eslora, se procurará cortar hasta donde sea posible, y por último, si el gobierno estuviera dispuesto a contribuir en alguna parte, se cerraría la concha de Oeste de la boca del puerto, y así, aun en los días de mar fuerte, podrían tomar los barcos la entrada sin ningún peligro.
Con estas obras, que la respetabilidad de las personas que componen el consejo de administración de la sociedad garantiza su pronta ejecución, y con un buen régimen en la parte comercial, encomendada al Sr. Jamar, que goza de merecida fama en San Sebastián, no es posible dudar que el puerto de Pasajes sobrepasará lo que fue en otros tiempos en bien de los intereses generales de España y a la vez que creará nuevos lazos entre la península y la vecina república, servirá para dar salida a muchos de nuestros productos.
Por de pronto, ya se ha establecido un servicio regular de vapores entra dicho puerto, Saint Nazaire y el Havre, cuatro veces al mes, que ha de contribuir poderosamente al enriquecimiento de dicha comarca.
El Corresponsal
Bolonia 21, noviembre, 84