Propuesta de nuevos caminos
Mejoras indispensables
Las faldas del monte Ulía presentan una serie de bellísimos panoramas, cada vez más dilatados, a medida que se asciende hasta la cumbre. Desde ésta, el paisaje que se domina es soberbio. El mar, ora ensoberbecido, ora tranquilo, majestuoso siempre, con esa majestad dominante de la inmensidad; a los pies San Sebastián con la Concha, convertida en juguete; y en frente, de un extremo a otro del horizonte, picos agudos como el de Mendizorrotz, grandes rocas dentadas como las Peñas de Aya, conos perfectos como el de Arratsain, montes de suaves laderas como San Marcos, simulando todos olas repentinamente solidificadas de un mar embravecido. Hoy no pueden disfrutar de todo esto sino las personas robustas, y a más de robustas habituadas a las fatigas, y amantes de la naturaleza. Pues bien, sería la cosa más fácil del mundo construir un camino que partiendo de Jai-Alai llegara a la cumbre de Ulía, buscando pendientes suaves. No sólo tendríamos así un paseo delicioso, sino que muchos terrenos de escaso valor en la actualidad adquirirían importancia y precio, puesto que seguramente se construirían por aquellos sitios casa de campo, cuya situación sería admirable. El camino podría seguir por la cumbre y bajar a empalmar con la carretera general en el alto de Miracruz.
Existe, es verdad, el proyecto de un ferrocarril funicular; pero siendo como es el proyecto de iniciativa privada y no afectando en nada a la necesidad de ese camino, como tampoco este camino había de afectar lo más mínimo a la prosperidad de aquel ferrocarril, creemos perfectamente compatibles este proyecto de recreo y aquella mejora de necesidad.
Otro camino, que partiera de Alza, cuya población había que procurar anexionar a nuestra ciudad, sería también de gran provecho, sobre todo prolongándolo hasta el barrio de Eguía, de manera que bajase por detrás de Ametzagaña a la ría de Loyola, frente al túnel del ferrocarril, donde podría construirse un puente de hierro de poco coste, para unirle a la carretera de dicho valle.
También prestaría grandes servicios una carretera o camino vecinal desde el puente de Loyola a la carretera general de Hernani, junto a Oriamendi. El trazado debería ir por la antigua tejería, pasar por encima del túnel del ferrocarril, y por delante de la casa de campo llamada “Alcain”, continuar por Aguirre, cruzando espesos bosques y dominando el pintoresco valle de Astigarraga.
Todas estas ideas tan a la ligera expuestas obedecen a necesidades sentidas; pero ¿hallarán eco alguna vez allí donde deben estudiarse las muchas e indispensables mejoras de la localidad?